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martes, 22 de septiembre de 2009

Velorio

Al llegar a casa me encontré con el auto de mi padre en el parqueadero.

-Por que estaría aquí? Me pregunte a mi mismo.

Entre y me encontré con mi padre todo vestido de negro, con unas flores y una tarjeta

-Dominic, por fin llegas, te esperaba, vístete. Dijo con naturalidad.

-Para………? Pregunte automáticamente.

-El velorio. Dijo el con tristeza, aunque no lo demostraba sabia que no lo lograba superar.

En ese momento mi mundo se desplomo ante mi, por fin había llegado el momento de despedirme de ella para siempre. Muy desalentado subí las escaleras y entre a mi habitación, allí deje mis cosas en la cama y tome un traje negro que tenia guardado desde el ultimo viaje de mi madre a Milán, me lo trajo, dijo que me vería excelente a usarlo, que lastima que deba estrenarlo en su velorio. Me lo puse con agilidad y baje.

-Listo? Pregunto mi padre, aun se notaba la tristeza que tenia.

-Eso creo. Dije y salimos, nos montamos en su auto y el condujo hacia el velorio.

El viaje fue terrible, en repetidas ocasiones pensé en abrir la puerta y tirarme, todo para escapar de lo que venia. El viaje me lo pase entre respondiendo las preguntas vacías de mi padre y tratando de soportar los sollozos.

Riiiiiiiiiiing. Sonó mi teléfono, al sacarlo del bolsillo me di cuenta que era Catherine, había llamado 11 veces y por alguna extraña razón no lo había escuchado, le colgué, en estos momentos no estaba para sus comentarios plásticos y vacíos.

Al llegar baje del carro y me dirigí directamente adentro, tratando de esquivar a todas las personas que esperaban para darnos sus condolencias, mi madre tenia muchos conocidos y allí estaban todos, se que algunos solo estaban allí para aparentar, pero otros de verdad lamentaban su muerte. El sacerdote se paso toda la ceremonia hablando de la familia, cosa que no ayudaba mucho, ya que me recordaba que la mía estaba incompleta ahora. Al final salí de la habitación, esta vez no pude evadir a la multitud.

-Lo lamento, Lo siento. Estos eran os comentarios que escuche durante mi trayecto hacia el auto.

Al cabo de unos cuantos pésames y lagrimas falsas logre llegar al auto. Debí esperar un tiempo a que mi padre terminara de saludar, así que aproveche este tiempo para desahogar mis penas, llore y llore hasta que mas no pude, a tal punto que mi cabeza estaba a punto de estallar. La puerta se abrió.

-Suficiente por hoy no? Pregunto mi padre con el animo por el suelo.

-Si. Respondí tapándome los ojos con la manga, no quería que me viera así. Ya había sufrido mucho, era mi manera de ayudarlo. Con que yo estuviera al borde del suicidio era suficiente, no quería arrastrarlo el.

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